¿Se ha quedado en un pinche metro atrapado tres cuartos de hora…? de la verga ¿no? y sabe qué, la verdad, y esto se lo digo sin querer sonar mamón, segurito esa ocasión que usted se quedo varado fue en uno de esos putos desmadres de los que le hablo. Bueno si, a lo mejor estaba usted en la línea nueve cuando estaba lloviendo, o en la línea rosa, como dice usted, si la uno, cuando algún nefasto se aventó al metro. Aunque eso ya no me convence mucho… porque la última vez que pasó, pusimos de pretexto eso, que se había aventado un cabrón, y si nosotros pudimos, que les hubiera impedido decir lo mismo a las demás administraciones; pues sí, eso fue lo que dijimos cuando paso todo el desmadre que se armo esa vez en el convoy varado donde el orate aquel se piro y comenzó a gritar y que el fin del mundo y que su chingada madre, y luego los pinches aleluyos que iban en el mismo vagón se ponen igual de histéricos y unos pinches mamavergas de sanjuditas que le siguen y unos pinchis borrachos salen con que son ateos y que se vayan a la verga y que comienzan los putazos porque un pinche vagonero para alivianar el pedo se le ocurre poner su puto reggaetón y valió verga porque ahí si ya nadie se contuvo y a gritar a todo pulmón y a soltar puños a quien caiga, y hasta un crabrón, pinche buey, el más pinche raro de todos que avienta su bicicleta por la ventana y la pinche vía hace corto y se va la luz y unas viejas histéricas empezaron a hablar por sus celulares y que llega la pinche televisión, sobre todo la de espectáculos, que era el único teléfono que las muy pendejas se sabían y quesque venían a cubrir el atentado religioso y se armo el desmadre con la prensa que porque los mamones llevaban medio día atrapado, y que cual medio día si apenas llevan como 15 minutos y hasta tuve que meterle dos madrazos a un pinche mamón impertinente que decía que yo y la bomba… no mames, pinche mamada…
Pues sí, esa vez paso. Y tuvimos que escurrir el bulto inventando cualquier mamada. Todas las veces es igual. El mismo pinche proceso, si se le puede llamar proceso a todo ese desmadre. La cosa comienza con una llamada de atención de la central, luego una segunda y si no contesta el operador del convoy en cuestión es que ya se chingo el asunto. Lo que sigue es rutina: se da la alarma, se detiene el tránsito de todos los trenes de la línea, y se manda al equipo. Todo eso es protocolo, en el equipo van inges y mis chavos los de seguridad. Digo que es puro protocolo, esta ideado así para responder a cualquier eventualidad… bueno eventualidades comunes y corrientes, como que a un chofer le de un infarto o que las vías sufran una fractura o que alguien jale la palanca de emergencia porque le están metiendo mano… Claro que de lo que te estoy platicando no tiene nada que ver con eso, lo que hablo es diferente, empezando porque cuando el equipó de respuesta entra al túnel, se meten de cabeza a la más infame oscuridad. Toda la corriente se corta sin motivo alguno, así solita, incluso la de las luces de reserva, que son las que están en los muros del túnel. Hay corriente en las vías, hay corriente de emergencia, pero nada funciona, todo se queda pasmado.
No hablo por hablar, me ha tocado verlo: vas caminando por las vías iluminadas y, de repente, ves ese pinche espacio negro, como si el túnel terminara en un abismo que se traga todo. Y te sigues acercando y las lámpara de mano iluminan aquí y allá, pero es como si el mismito tren absorbiera la luz… digo, tu puedes ver el tren, las vías, pero es como si la luz perdiera intensidad y no pudiera comportarse como lo hace la luz de verdad…
Chingao, estoy divagando, ese no es el problema, ojala eso fuera el pinche problema, una falla en los circuitos y un retraso, todo arreglado… ojala, ojala chingada madre; no, el problema ni siquiera consiste en hacer avanzar de nuevo el tren, porque casi siempre basta con apagar el tablero y volverlo a encender, la ultima vez sólo bastó con abrir la puerta de la cabina. No, si lo que es el tren funciona a toda madre, el problema es lo otro, y eso otro es lo que nos está desmadrando… o por lo menos lo que me está desmadrando a mí. Chingao, vea nada más, hasta acepto que esas mamadas pueden más que yo… ahí se ve luego, luego, que ya ando medio tocado. No es que me las quiera dar de muy chingón, ni mucho menos… lo que es y ya, ¿no?, porque en esta chamba, aunque uno no se lo esperaría, se ven a cada rato chingaderas. Sobre todo cuando un cabrón se avienta a las vías… y pues ahí tiene que uno tiene que ir a ver a este pobre pendejo todavía gimiendo cuando el tren ya le paso encima y uno se saca de pedo, aunque eso namás es la primera, o la segunda, y ya después de un rato hasta como que te vale madre, o si no te vale madre pues no dejas que te afecte y ya, digo, y eso si eres nuevo en estas movidas, porque si no quiere decir o que eres ex policía, o ex juda o un ex hijo de la chingada por el estilo, por algo entraste al metro y no a otro cuerpo de seguridad.
Pero bueno, ahí el pedo, que a cada rato, sobre todo cuando me quedo solo, comienzo a pensar en ese pinche abismo en medio de la vía, un pinche hoyo que absorbe todo… y pienso en la gente. A veces creo que ese es el pinche problema, la gente. Las primeras veces casi nadie pensaba en eso, digo, a casi nadie le caía el veinte, por rutina o por costumbre, o por lo menos no lo mencionaba, o bueno, si se daban línea, más bien si, si lo pensamos pero nos hacíamos pendejos. Hasta que a alguien se le ocurrió cotejar el pedo con las nuevas cámara de seguridad. Y ahí lo vimos claro, o por lo menos, menos borroso, y nos cayó el veinte redondito.
Desde ahí ya namás estamos a la expectativa de a ver cuando vuelve a ocurrir. Cada que suena el timbre de la línea de seguridad se me crispan los dedos sólo de pensar que otra vez vamos a llegar al fin de la vía donde nos espera esa boca de lobo, o de perro roñoso, o de tiburón, y al echarle las luces de las lámparas no vamos a encontrar más que el tren, como entre brumas, como si fuera uno de esos barcos hundidos que luego se ven en las películas. Y luego vamos a la cabina y no hay nada, tons un inge se sube, hace el prende y apaga, y todo se vuelve a iluminar, todos los tubos parpadean un poco y vuelven a inundar el convoy de luz… y ahí es cuando todo vale verga, porque en el chingado metro ya no hay nadie, ni una puta alma.
Un tren con personas, en funcionamiento normal, abre sus puertas en el andén de una estación cualquiera, digamos metro Merced, sube y baja la gente, se oye la señal de cierre de puertas, y se cierran las puertas, comienza a avanzar rumbo a Pino Suarez, pero sin previo aviso se detiene a la mitad de la vía, se apagan las luces… y cuando se vuelven a encender… ya no hay nadie, ni los vagoneros, ni los oficinistas, ni los morros de secundaria, ni los manoseadores y sus víctimas en shorsitos… ni los ciegos, que seguro fueron los últimos en darse cuenta de lo que pasó… pero ese es el pedo ¿qué pasó?.
Y no me vea con esa cara, porque seguramente usted lo ha visto, o por lo menos lo ha intuido alguna vez, cuando el chingado metro no pasa, tarda y tarda, un chingo, y de repente al fondo del túnel se ven las luces de un convoy y cuando llega al andén te das cuenta de que trae puros lugares vacios, y te dices a ti mismo, a toda madre me voy sentado y con los pies subidos en el asiento de enfrente, pero el chingado tren no se detiene, no se detiene, no frena y se sigue y se sigue y se va… y ves los nueve vagones vacios, y sientes como una presencia, como de algo que debería estar pero no está, como cuando ves a un manco: ese es uno de esos convoys que acabamos de sacar del abismo y que llevamos al hangar…
Si, si… ya me habían dicho que suena a una película, de hecho uno de los inges me la prestó. Creo que era española o argentina. La mera verdad ni la acabé de ver, aunque al principio la vi con interés pero luego me aburrió cuando un pinche viejito mamón se pone a explicar no se qué madres científica. Además, pues no se parece tanto, porque ahí, pues desaparecía todo el tren, con la gente, si, pero todo el convoy, y eso la verdad me parece más práctico y simple, más a toda madre porque así no hay que dar explicaciones... ni a uno mismo; qué desapareció un tren, pues lo reportamos, a lo mejor el servicio va a empeorar un poco más, un poquito pues, y los convoys van a tardar más en llegar, pero pos qué, y luego si hay preguntas, pues desaparecemos el reporte, digo, no será la primera vez que desaparece un pinche convoy o un pichurriento reporte y ya está.
No, aquí el pedo es la gente. Y no digo que me preocupe mucho que alguien empiece a atar cabos y luego vengan a reclamar la desaparición en masa… chinga… en esta pinche ciudad de millones y millones quien va a tomar en cuenta a unos cuantos, sobre todo si esos cuantos viajan en metro. No, por ahí no hay pedo… No, lo que me cala es ese pinche abismo, el pensar a donde se los lleva, bueno, aunque no sé si un abismo lleva a alguna parte, porque si es así, entonces no sería un abismo, sino un túnel, porque los abismos son otra cosa, que no va a ningún lugar, porque en si mismos son lugares... lugares vacios.
Y la mera verdad si es como para fruncirse cuando te pones a checar las cintas de seguridad con toda esa gente que se arremolina para entrar en los vagones, cuando caes en cuenta que podría ser cualquiera; desde un vagonero (que, hijos de la chingada, si siguen despareciendo de donde va a salir la entrada extra pa' mis chavos) los ciegos, y toda esa bola de cabroncitos desesperados que se suben al metro. Y ni pensar en las chamaquitas del conalep…
Chingao…
Ahí es cuando me llega la duda, porque por ahí yo ya tenía una movida con una chavita que se llamaba Miriam, y pues que sí, que no, y ya hasta habíamos quedado que un día de estos, que si a comer, que si a cenar, que si a mi oficina… pero la muy cabrona namás no regresó, y entonces pienso en las vías y en los naufragios y en las cámaras de seguridad(que he estado revise y revise en mi tiempo libre, a ver si la logro encontrar, o logro encontrar algo, cualquier cosa) y luego es cuando pienso que un cabronazo a mi edad no debería ponerse tan pinche ansioso por una chamaquita que todavía huele a miados (y a miedos…) y me entran las ganas de subirme a uno de esos convoys y mandar a la verga todo, a ver a donde llegamos… pero nada de nada, vueltas y vueltas y al final nada que se detiene, ni se oscurece, ni desaparecemos, y ya nada más atino a venir p'acá pa'echarme unos pinches traguitos, que luego se vuelven tragotes, y pos empiezo a hablar de más, pero no le aunque, porque nadie hace caso, o fingen no hacerle caso a un cabrón prieto y trajeado, no vaya a ser un pinche judicial borracho, pero namás llegas tú, ya te voy a tutear pinche chavo cábula, chíngale a tu whisky de mamón, preguntando por ciertos rumores de secuestrados en el metro, y pos me pongo a hablar. Pero de todos modos no hay pedo porque sé que cuando llegues a tu chamba con todo lo que te estoy diciendo te van a mandar a la reverga en tu chingado periodiquito … si por eso dije que sí, porque quien le va a hacer caso a un pinche periodiquín… ahí sí, si fueras de la tele te mandaba a la chingada, pero no hay pedo, chíngale, chíngale… otro rato, antes de que cierren el metro, que yo creo hoy ya me gaste lo del taxi.