sábado, 16 de enero de 2010

Texto hayado entre las páginas de un un libro de CCH

A la vanguardia de una expedición al baldío detrás de las canchas mientras la lluvia terminaba de caer. Las nubes se disipaban lentamente dando paso a un anestésico olor a tierra mojada, la tarde fresca, la hierba recién crecida; todo enmarcado por una sensación de libertad otorgada por caminar en aquel baldío gigantesco, sin fronteras conocidas, y a lo lejos el sonido de la vida: las risas, los gritos, la charla, el lejanísimo transito; el rozar de nuestros pasos al caminar sobre la hierba mojada.

Sentados en semicirculo, contemplando el horizonte, inhalando asiduamente la fragancia de la lluvia y la madera: Atisbando alrededor, sobre la muralla negra que cortaba este pequeño paraíso artificial. Lejos de los gritos de casa, de la rabia, del vació constante. Juntos, un grupo de amigos que comienzan a reírse, mientras cae el crepúsculo. Un grupo de nubes se dispersan, permitiendo que los rayos de sol vespertino se filtraran geométricamente: --¡va a bajar dios!—, fue la demoledora frase del contramaestre de aquel naufragio sensorial, ¡---Ahhh, no mames, si es cierto!---, susurro un tripulante encogiendo su cabeza entre los hombros.

La brisa tranquila dispersa el humo. El cielo muta su color, la hierba se contempla más nítida, y alguien lee en voz alta, como recitando un mantra, algún libro recién sacado de la biblioteca. Las palabras resuenan en todo el campo, algunas manos arrancan el pasto mojado que parece cristalizarse en las palmas.

---Si esto es así, entonces, ¿cual es lo otro?—preguntó lentamente el contramaestre.

---¿Cual otro?--- fue la respuesta angustiada.

---Pues, esto, como si una neblina se dispersara---reviró.

---No, ósea, es como varios ángulos, así en todos lados, pero que se unen---,

---Ándale, así en tiempo y espacio, que se dispersan, pero que esta ahí---,

---simón, es como si un grano de arena se comparará con el sol, y el sol fuera un atomo y el grano de arena fuera una supercuerda…---,

---Ósea, ¿Cómo? No, ósea, no mamen, aguanten, ya estuvo… hablen de otra cosa---, pidió angustiadísima la dueña de aquel rostro místico que dispersaba mi atención de las verdades del universo, mientras llena de pánico hundía los dedos en la hierba para evitar salir volando.. allá lejos… al crepúsculo.

El cielo es morado, el mundo brilla.

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