jueves, 31 de diciembre de 2009

Propositos ze para 2010

1. Pagar por sexo. (en las palabras del buen Richie: "Quien dice que no es rico pagar por sexo es que no se le para").

2. Romperle su madre a un griego en cuanto lo vea.
(Por aquello del destino)

3. Reconocer a mis hijos ilegitimos (mientras ellos no me reconozcan a mi).

4. Empezar la revolucion en Octubre. (Kamred laika).

5. Contar un chiste de polo polo.

6. Chutarme una peli de Mario Almada.

7. Resucitar al 3er dia despues de muerto.

8. Fundar una secta malefica cuya inspiracion sea el tepache.

9. Aprender Klingon.

10. Follar con Rosario Robles (Siempre crei que era sexy como la mejor de las secres lameloides).

11. Hacer Narcocorridos homozexuales.

12. Retar a un judicial a un concurso de eruptos.

13. Hacer mi lista de enemigos mortales.

14. Hscer encabezados para el "El Grafico"


Si se me ocurren mas... la verdad no los voy a escribir.

Suerte a todos.
Que los trate bien esta binariedad calendarica.


jueves, 24 de diciembre de 2009

Cruda Determinista

¡Oh Destino!: teporochín violento
Que se nos tambalea
Mentando a ¡su puta madre!
Puro capricho y trastabilleo

Fatídico tropezón:

Y así te llega

Sien por delante

De filón Contra tu risa
Ingenuo rictus
Mascara aristofánica

Directito a la nariz:

¡Ahyy puto!

Y ves estrellas/galaxias/nebulosas

De cegadora/escarlata/linfa

Y ahí quedaste
Tragando sangre y arena
Ciego y apendejado

Jeta coagulada

Ciego y desesperado

Berreando:

¡Ahyy Yocasta!


Te vas
Tebas/
Y no volverás

Y no hay rostro de mujer
Ni cuerpo de leona
Que redima tu caída

(Como decía Darío:

¡Chingue su madre Grecia!)

A bailar [slam]
Con las más feas

Y Láquesis carga agujas
Y Átropos las tijeras


¡Saca el flexo
Oh acelerada Cloto!

Vienen por ti
Estás tasado

Aunque jures y blasfemes:

“Las Moiras me hacen las chambras…”

¿Las chaquetas?:

Las mortajas…

/

¡Oh Fortuna!
Eres una borracha medio putona
Que siempre jala con el más pendejo

[Y me quedo una vez más
Con la cuenta
Y con las ganas]


¡Vita Detestabilis!

/

(Ya tiene rato que tengo
El raro presentimiento
Que juego ruleta rusa
Con una kalashnikov)


miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lunes

Se perfilaba como la mas escelente noche de ronda, sin embargo nadie sabria que la tragedia se aprestaba bajo la sombra caida de un microbus. Aparicion precisa antes del crimen, ejecucion magnifica, atraccion idolatra, ojos de nostalgia en punta.
LLanto.
Disculpas.
Sollozos.
Dolor...
El artefacto metalico se llevo sus ojos mas alla de la vista.
Pero su perfume quedo impregnado en mi camisa.
Llanto.
Whisky.
Angustia.
El despertar de la quietud...
mentira.
Tocan a la puerta.
El mismo perfume, los mismos ojos, la mirada acuosa.
Nevermoore diria aquella ave funesta.
Vestida de recuerdos, bella como el aliento de las sirenas, dulce como el pecado, cantares profanos de turbulentas aguas.
Nevermoore.
Si cayese en el desierto de su noche una vez mas... no habria final feliz.
Valor y libertad.
Nevermoore.
Nevermoore.
Nevermoore.
Lagrimas nuevas, susurros delicados...silencio.
Un par de horas de distancia.
Adios.
Esta vez mi piel lo siente.
Adios definitivo.
El horizonte pristino se deshace de su belleza.
Matinal y esteril, sol que huye, ave rapaz de la distancia...
Adios.
Por fin adios.

ze


domingo, 22 de noviembre de 2009

Conciliábulo Ontológico


Acá entre nos


Quiero:


Desgarrarte el velo a lengüetazos

de tecpatl

Famélico Tonatiuh

Briago de puritita entropía


Abriendo en canal a Juan

Dieciochotreintayocho


Devorar corazones

De arritmias

cuánticas



Escuchado atentamente

El inverosímil


Gra-nu-li-za-do


Ronroneo

Del minino de Erwin S.


Si está en celo

¿A que suena su último maullido?


Como

Recién nacido

Cósmico

Rogando

Teta


Sorbiendo

Galaxias


Cual hoyo negro

Debajo

Del

Diafragma


(cada que la veo venir)


N’amás no chille

Si se suicida

subatómicamente

Se ve mal ser tan puto

En∞universos

En8universos

Enfinitoniversos

Enversosuninfinitocho

Enochorizontaluniversos


Dice tu marioneta


En alguno de ellos:


Quiero ajustar

Rabioso

Las cadenas


De tu bondage gordiano

A la Mateo

Dieciochodieciocho



Tanto en la aurora

Como en el suelo

Tanto en la tierra

Como en el cielo



Contemplandote

Hilito de


babAbisal



morboso Kraken

Desnudando

Imaginariamente


a la


Messiertreintaiuno


Supermasiva

Materiaoscura


Ante el embate del eterno


Cubilete de Dios


Cargado


Cuántica

mente



Demiurgo tahúr

Padroteando

Nuestros sentidos

Al peor postor

Fenomenológico


Conciencia:


¡Puta A priori!




Acá entre nos, Verdad ≡ Realidad

Lo único


Como brindaba el griego

Antes de curarse

la cruda


(realidad)


a puro farolazo

de

Cicuta

(Remedio infalible)



Axioma PhilipDickeano:


Acá entre nos

Quiero que sepas: La Verdad


Es todo aquello


Que no se derrumba


Cuando ya no le profesas fe.



Dr. Malavibra

miércoles, 3 de junio de 2009

Cuidado con lo que deseas...

Hubo una vez un gran país… donde las oportunidades para cualquiera que tuviera iniciativa y un poco de capital, estaban a flor de tierra. Un país donde el progreso era la constante, donde los ciudadanos gozaban del bienestar que el gobierno otorgaba aplicando la ley letra por letra, con la seguridad pública como prioridad. Un país donde la alta cultura y el refinamiento eran artículos de primera necesidad. Donde el respeto a los bienes y la propiedad privada se daba conforme al estado de derecho. Un país donde los problemas laborales eran prácticamente inexistentes. Donde las opiniones divergentes eran cosa de personajillos hostiles y dementes…


Un país donde puntualmente, cada 4 años, se organizaban elecciones democráticas y el voto en las urnas elegía quien gobernaba. País donde la alternancia era deseada y celebrada. Un país respetado, apoyado y celebrado por la comunidad internacional…


Un país donde todos los relojes funcionaban al unísono… hasta que un día, de repente... todas las manecillas dejaron de avanzar...


En ese país, aquella época dorada es recordada con el nombre de su arquitecto… aquellos tiempos se conocen como el Porfiriato.

jueves, 9 de abril de 2009

Bocanadas

Y la combustión interna rompe la inercia de los órganos, también internos, produciendo una sensación de algo que podría definirse como vértigo “horizontal”. Y el viento que entra por la ventanilla desgarra, potente, los azarosos pensamientos que brotan de la frente y se desmenuzan por la turbulencia, dispersándose a lo largo del pasillo. Ese viento que chorrea por la ventana, relamiendo el rostro y disipando la sensación de ahogo; atemperando las miles de centellas que se proyectan detrás de los parpados, los cuales, al cubrir las pupilas ionizadas, reaccionan creando aquellas estridentes auroras. Tratas de descifrar las letras. Las desgranas con la mirada y son arrancadas violentamente por el torbellino que las agita y sacude hasta sacarlas por la ventana; escuchas una risotada y al levantar la cabeza y tratar de ubicar su origen, te sorprendes a ti mismo y te das cuenta de que es tuya. Percibes como se queda suspendida en el aire, para luego, agitarse, caer en el estribo e inevitablemente, desparramarse en el asfalto hirviente donde se derrite y evaporará fugazmente, dejando una mancha imperceptible.

Atosigas el paisaje. Una extraña tristeza se acumula en las agostadas calles que igual desgranas con las retinas; miradas que se van acumulando por arriba del paladar, detrás de los ojos. Tan pronto se aglomeran, se van consumiendo, raudas: como un cigarrillo al que se le da una frenética y profunda calada para llenar los pulmones a tope; cae la ceniza completa; profundo e interminable; vértigo perpendicular al cenit. Miras las calles, las banquetas para ser preciso. Recuerdas, con toda la disposición de soñar y reconstruir aquella banqueta embadurnada por la luz de una tarde de otoño de hace cientos de años, donde las risas fáciles surgían de todas las grietas del asfalto… y el mundo… y la ciudad… o para ser precisos, aquella ciudad que era el mundo. Aquel mundo, el que seguía sin develarse y donde cada calle se acumulaba virgen en los recuerdos, inadvertidamente, sin los inconvenientes de tener que pasar por un lugar y tener que espantar a las exasperantes moscas de la memoria que zumban alrededor de aquellos despojos: recuerdos añejos y agridulces, cochambrosos y dulzones, que escurren por los muros y sin querer siempre remueves, y se pegan, o para ser más precisos, saltan y te abordan: como caminar entre un pastizal recién llovido, donde cada paso dispara al vació a docenas de chapulines que saltan en todas direcciones, se pegan a la ropa… así de exasperantemente indefinible: chapulines centelleantes, iridiscentes, que saltan, inesperados, precipitándose hacia todos lados, pero no llegan a tocar suelo, ya que se disuelven con una reverberación metálica que se acumula y confunde con la luz de la cinco de la tarde, y se te pegan y se funden en la piel de las manos, de los brazos y la cara, y que es inútil tratar de limpiar, porque sólo se logra extender una delgada película que se cristaliza inmediatamente, y ya seca, comienza a desprenderse en escamas que se trasforman en cenizas al tocar el piso: También serán arrebatadas por la corriente de aire frió.

Te arrebujas y sigues pensando: en aquellos años y en aquella cara y en aquellos ojos, en aquella sonrisa… y en los amigos ahora anónimos, y en los libros (en el olor de los libros que nunca has vuelto a percibir. Aquel tufo que se sentía con fuerza tan sólo en las tardes de lluvia en la biblioteca). Te envuelves en esa secuencia. Recuerdas: noche de otoño. Llegaste a aquella atestada fiesta, buscando aquella dulce y brillante sonrisa; pero arribaste tarde por no resistir otra invitación, razón por lo cual tu equipaje sensorial incluía dos caguamas completas; pero llegaste… y buscaste. La encontraste: acomodada en un sillón rojo. Envuelta por la música reverberante, extraña: melodía hipnotizante exacerbada por el humo y la media luz que mezcladas formaban una atmósfera casi hirviente: Encontraste su sonrisa, la cual, se extendía y plegaba, a base de ligamentos y músculos, curvas y tendones, ojos y suave, suave piel, formando la estructura que se acoplaba, elegante, en aquel sillón carmesí que flotaba en medio del charco de bruma caliente que terminaba por enturbiar tu ya de por si fundida percepción. Se levantó, te vio y te abrazó: calido y largo beso: suave, suave y húmeda piel. Te recriminó tiernamente: dulce, dulce piel entre la niebla rojiza…

Pero aquel archipiélago de humo pronto se disipó por obra de una cuchilla de luz amarillenta blandida por el dueño de la casa, cuya tolerancia se había agotado más rápido que el porro de mota que pasaba de mano en mano, de boca en boca, de alveolo en alveolo, orbitando entre la desorbitada concurrencia: y a la velocidad del pensamiento ya estábamos en medio de la oscura calle riendo en multitud, con ojos rojos y maneras animosas; escandalizando por la ausencia alcohol que habíamos provocado; carcajeándonos de aquella o aquel, que con la barbilla pegada al pecho, pendía lánguido del hombro de su mejor amigo y no atinaba a dar un paso sin tambalear las miradas de los espectadores. La música cesó. El frió se asentó sobre nuestras delgadas playeras de colores, filtrándose a través del cortavientos rojos y la tela de jerga gris; perforando el nailon, la mezclilla y la embriaguez: Y te fuiste, alargando suavemente la despedida, mientras sentía el calor de tu suave piel, ya sin el sillón rojo… despedida que se tensaba entre mis labios que te besaban, y los de tu amiga que profería, desde lejos, injurias por miedo a perder el último camión a su casa… y te llevaron… insoportables chaperones que se despedían con movimientos de barbilla, sin mirar a los ojos, sin apretar la mano: Y te fuiste, te consumiste tranquila. Y me fui: Caminando por la fría avenida respirando profundo, forzando el diafragma, hasta el tope, sintiendo que el alcohol se evaporaba en cada bocanada, disipando la bruma, pausando los pasos para percibir las debilísimas reminiscencias de tu olor en mi rostro …

El ocaso se apretuja ronroneante en la ventana. Me levanto y desciendo de un saltito, sintiendo el aire frió en la cara. Miro la ancha avenida que se recorta contra un cielo verde-violeta: en algún lugar, de alguna manera, volveré, volveremos, volverá… todos volverán… nostalgia crepuscular, me digo.

Una profunda bocanada de aire, la bruma se disipa de mi frente, una calidez me cubre el tórax. Me recrimino: no me vuelvo a subir tan pedo en un micro de esta ruta…

jueves, 19 de marzo de 2009

Musas y Chescos

Por más que intenté hacer pasar un poema por la ranura para billetes de la máquina expendedora de refrescos, el taimado artefacto lo regurgitaba cruelmente. ¡Fue la puntilla! Necesitaba refrescarme. Tenía la garganta irritada después de tratar de razonar por tres cuartos de hora con la burócrata de ojos de pescado muerto, que atendía el stand cuyo letrero de cartón de caja de huevo y marcador de aceite poseía la leyenda “Quejas y Altas”.


Lo que parecía ser un asunto de fácil solución, se extendió tediosamente a causa de la tozudez de la funcionaria para con mis argumentos. La cuestión se centraba en qué, a pesar de que nada me haría más dichoso que saldar la deuda con el departamento de luz y fuerza, mi estilo de vida no me permitía hacerlo de la manera “ortodoxa”; sin embargo, eso no significaba que deseaba desembarazarme del compromiso, en tanto que estaba dispuesto a plantear una alternativa para poder liquidar la cuenta:


“¡Puedo escribir una obra de teatro experimental basado en hechos cotidianos de su vida!!!” Le ofrecí a la servidora pública; al oir esto, me miró fijamente (como sólo son capaces de mirar los ojos vidriosos), suspiró levemente y me explicó:


“Mire joven, se lo vuelvo a repetir: En primera, la caja solamente recibe efectivo, por lo cual, aunque usted traiga el guión, monte la escenografía a lado del garrafón aquel, y haga que el poli de la puerta sea su actor de reparto, la caja no le va a marcar como bueno su pago; en segunda, si yo le recibiera ese pago, después, toda la gente de la fila va a querer pagarme de forma similar… y este trabajo ya es suficientemente malo, como para tener que soportar las deficiencias narrativas, estructurales y formales, de una bola de poetastros de tinterillo que no atinan a dar cohesión técnica a su obra; y en tercera y más importante, aquí donde me ve de pinchi burócrata, soy dramaturga y directora (razón de más pa no darle viada…si yo sufro, también usted) y siendo franca, el nuevo teatro experimental, con todos sus foquitos y sus metros y metros de gasa pintada con batik, se me hace una evidente mamada… así que o paga, o va a haciéndose a un ladito para que siga avanzando la cola.”


Intenté persuadirla de que carecía de dinero, debido a que en mi último trabajo, al intentar hacer el inventario de bodega, sólo atiné a redactar un superpoema futurista de 82 cuartillas (era empleado de una tienda de electrodomésticos). Bien es cierto que algunos de los versos largos tenían un excesivo regusto a Maiakovski, pero como le dije al patrón:

“Yo he escrito todo esto para vosotros/pobres ratas. /Pero yo no tengo pechos/
con los que poder amamantaros como una buena nodriza”
. El supervisor se limitó a echarme una mirada glaciar y a decir entre dientes: “Después de Catulo no hay nada... ojete.”. Para el siguiente fin de semana me dieron mi finiquito.


A pesar de mi triste historia, la funcionaria no se conmovió. Me echó una última mirada y sólo atinó a decir “compermisito que hay cola; si alguien quiere pagar con otra cosa que no sea efectivo, salga de la fila”. La cola se redujo a menos de la mitad.



En fin, la puta máquina no aflojó el refresco… no la culpo: últimamente nadie afloja nada que no sean consejos huecos, arengas edificantes, sermones soporíferos o furibundos reclamos.


Cuando estaba a punto de levantarme e irme a mi departamento, que para esa hora estaría sumido en las tinieblas más densas, mi musa se materializo sentada a mi lado en aquellas incomodas sillitas de fibra de vidrio; puso su mano en mi oído y acercando sus labios, dijo: “Tienes potencial, el arte te necesita”.


“¡Dame un cinco o chinga a tu madre!” contesté airado mientras me levantaba de mi asiento. Era evidente: La muy cabrona quería talonearme mi refresco…

domingo, 15 de febrero de 2009

Huehuetéotl Holográfico

Demasiado pronto. Idea que queda reverberando en nuestros cráneos al enterarnos de la prematura muerte de Jorge Reyes. (Arrogantemente intempestiva, ocasionando que la conocida lección del Maestro Matus para con su incompetente pupilo, se verifique con agobiante precisión: “Siempre a la izquierda, siempre vigilando, inesperada.”)

Y cuando la reverberación se aplaca: el silencio: el vacío. Insalvable. Imposible de desplazar, porque si de algo puede hacerse panegírico, es la capacidad que tuvo Reyes para convertirse en un mito. Infinidad de aspectos se pueden enumerar de su obra, pero hay dos facetas que se presentan muy nítidas a la hora de evocar su recuerdo y lamentar la pérdida.

La primera: La de Pionero.
La imagen del tipo que se presentó e hizo vibrar el aire con sonidos que nunca antes se habían creado en este país, teniendo como protagonistas instrumentos nunca antes vistos (al menos nunca vistos fuera del laboratorio de algún audaz conservatorio). Aspectos que toman dimensiones de leyenda al considerar el monotemático contexto musical del México de los años ochenta. ¡Casi como enviado de otro mundo!: Sintes y secuenciadores escupiendo ruidos saturados de delays y reverbs, en un momento donde el “rock” parecía la única ruta. Experimentación sonora sin complacencias, en los anodinos tiempos del “rock en tu idioma”. Eso es lo que dota de un halo heroico su obra.

Como semilla en el páramo. Una flor amarilla en el desierto.

Jorge Reyes coincide con la imagen de profeta heráldico; aquel que trajo la flama de lo desconocido para obsequiarla a los ofuscados salvajes y así hallar las nuevas sendas. Huehuetéotl holográfico, elevando el chispeante e hipnótico brasero de plasma, anunciando que más allá de los muros de lo conocido se hallaban nuevos e inimaginables ruidos, jamás escuchados, en espera de ser encontrados; y que había que salir a buscarlos, olvidándonos del miedo, correr descalzos en medio de la madrugada, cruzar las tinieblas a través del valle hasta lograr toparlos de frente y luego… “el poder dirá”.

Nunca nos sentiremos perdidos, siempre y cuando recordemos la búsqueda.


La segunda faceta: La de heredero lúcido.
El visionario que encontró en las propias raíces, en el contexto propio, la materia prima para crear una obra original. Rechazando la emulación. Haciendo de su herencia cultural la poderosa columna vertebral (y no solamente una simple escenografía) que da cohesión y llena de significado al arte; aspiración difícil de alcanzar en una época en que todo se derrumba sobre los tristes y raquíticos cimientos de la trivialidad.

Nos enseñó que hacer uso de nuestro bagaje cultural no sólo es válido, sino valioso y digno; y que además, con ello se adquiere una poderosa arma para conjurar la amnesia que parece cubrirlo todo (aquella que es urgente detener, o de lo contrario, estupidez y olvido terminarán jugando arrancones en La Calzada de los Muertos y parkeando la hummer en La Casa de las Águilas).

¡Carajo! Ese era Jorge Reyes: aquel fantástico ser que inundaba de ruido y feedback el cráter del Espacio Escultórico; aquel que temerariamente convocaba a los muertos en medio del Zócalo, haciendo rebotar sus aullidos en el atávico tezontle de Catedral y Templo Mayor(dotando de nueva voz a las sagradas y sanguíneas piedras); aquel de los paisajes sonoros y los hipnóticos radio-artes que surcaban la noche a través del aire y se estrellaban chisporroteando ecos en nuestros viejos radios sintonizados en am.

Esas son algunas de las cosas que perdimos con su muerte.

(—¿Y cómo se hace el muestreo? —

—Con un equipo de microfonía especial, luego mando todo a un laboratorio en Alemania y allá lo montan—

—Órale… no, pues gracias, estuvo muy chido, hasta luego—

—Gracias a ti. Hasta luego—


Único dialogo que sostuve con Jorge Reyes. Tuvo lugar en el FARO de oriente. (Aquella vez mantuvo a los asistentes en completa oscuridad, escuchando uno de sus radioartes). Mientras abandonaba la sala, lamenté que el buen S´glhuo no hubiese asistido para aprovechar la oportunidad de regalarle un demo y así tener pretexto para tener una conversación menos pinche… “Otra vez será”, me auto consolé.)

“Siempre a la izquierda…”

Lección muy costosa ¡Carajo!

Demasiado… demasiado pronto.

viernes, 13 de febrero de 2009

Amén

“Era conmovedora la capacidad de ciertas personas para creer, de todo corazón, que en sus frases vacías y en sus lugares comunes, con sólo imprimirles el tono adecuadamente grave, se encerraban ya los pensamientos más elevados y las más originales ideas.”

“(...)Creer que se tiene la razón y la verdad en virtud de un sistema de revelaciones divinas, del que se nos habrá hecho gracia quién sabe por qué ni a cuenta de qué preferencia especial.”


En Los errores

de José Revueltas

martes, 10 de febrero de 2009

Digan lo que digan...

Darwin Tenía Razón

lunes, 19 de enero de 2009

Paciencia

Cuando la titánica bestia de mil ojos opacó el cielo del Zócalo, a la gente se le agotó la paciencia.

Bien es cierto que el pueblo había aguantado estoicamente los “rumores” (documentados) de que los políticos tenían acuerdos discrecionales en los que empeñaban la integridad de nuestro plano espacio-temporal, a cambio de ciertas concesiones preferenciales en el negocio de bienes raíces en otras dimensiones; también es cierto que se había tolerado que los grandes conglomerados mediáticos afirmarán que la “privatización del inconsciente colectivo” (comprometiendo sueños, imaginación y subconsciente) era la mejor manera de construir un país con posibilidades de crecimiento a largo plazo:

“…Es decir, para que lo queremos, ¿para tener sueños? ¿Libre albedrío? ¿Memoria histórica? En verdad me parece que es un bien que está pésimamente aprovechado con eso de la colectividad y que si se lo damos a entes desconocidos de otra dimensión es evidente que lograrán sacarlo adelante. Digo, es una exageración decir que se quiere terminar con la soberanía de nuestras mentes y que la dominación mental será el resultado. Quien dice semejante cosa basándose en lo que ha pasado en otras latitudes lo hace para provocar la incertidumbre. Yo no veo la importancia de tener voluntad propia cuando el grueso de la población no sabe ni lo que es, me parece que el libre mercado es la respuesta. Veamos las cosas positivas. Las naciones que han optado por la zombificación son estadísticamente las más felices, y poseen una taza de descontento de cero; nadie en absoluto se queja. Veamos los números y no tratemos de hacernos los patriotas…” argumentaban los lectores de noticias en el bloque de economía, poco antes de pasar al resumen deportivo.

La gente soportó que sus jerarcas religiosos ajustaran sus sermones para ensalzar la supuesta divinidad de los interdimensionales, y así poder compartir el botín con aquellos evidentes hermanos de causa:

“…por que renegar del acto purificador del control subliminal, es renegar de la sagrada institución de Cristo y toda su historia. Ir en contra del dominio mental, es ir en contra de las más profundas convicciones de la religión en todas sus acepciones. Así, la sabiduría de los jerarcas interdimensionales, no es ni por poco, diferente a la de nuestros más altos nuncios, ya que nuestros objetivos confluyen en si mismos… y no consentirlos ciegamente, es abjurar de la fe en los Sagrados Sacramentos…” recitaba una encíclica que propugnaba por la excomunión de todos los no-abducidos.

El estoico vulgo aguantó que sus bases de datos fueran vendidas a los Inter, y con ello, facilitarles el camino para la invasión de sueños, la teletrasportación no voluntaria, la virtualización del espacio-tiempo, así como el secuestro y destrucción de mentes. Todas estás, actividades protegidas por reformas constitucionales consolidadas por lo más sofisticado aparato judicial y defendido ferozmente por un ejercito de abogados y uno que otro magistrado a buen precio.

Por supuesto las fuerzas del Estado fueron las primeras y más entusiastas promotoras del nuevo orden interdimensional. O al menos, fueron las que opusieron menor resistencia. Incluso, casi ningún uniformado se inmuto cuando el negocio cambio de jefes y el poder paso a otras manos (bueno, eso de “manos” es un lánguido eufemismo, para evitar decir flagelos o tentáculos). Si algo tienen los ejércitos del mundo es su conmovedora fidelidad para quien manda; no importa que “La Autoridad” tome pésimas decisiones o posea 30 ojos en cada lengua. Lo importante es no deshonrar el uniforme, y si por algún “descuido” se deshonra, lo importante es no darle importancia. La apariencia es todo.

La gente toleró que la televisión también la traicionara:

“—Mami ¿los interdimensionales son buenos?—.

—Centra tu escasa atención, pequeña replica genética hembra: Los Protocolos Encomendados por “KishYohua-Hik’Ngunjak: El Gran Devorador que Nunca Duerme” son producto del mandato de los eones. Abjurar de ellos es blasfemar contra su esencia estelar. Además que mantienen unida a la familia en un caldo psíquico y hacen que la estructura de socialización primitiva a base de carbono que llamamos nación, sea un poco menos nefanda: ¡Anulación de los No-Absueltos! ¡Castigo Eterno a los Abjurantes de la Grandeza! ¡Kuuuushhhhaaaaaakkk, Meeeeeeoooooookkkaaaaaaiiiii! Buhhhhhhhhhkkkkk!.

—Je, je… ¡ahora entiendo mamita! ¡que divertido es escupir esputo verde y poner los ojos en blanco!: ¡Akkkkkniiiipuuuukkkk’Shuunnnnhúúúúúúúúkkkkk’Puuuuuuuu’Hkjuuuuuuu Waaaaakkk!...”, rezaba algún anuncio pagado dentro de la telenovela de las 8.

La gente (aunque, esta vez, los menos) toleró la felonía de la televisión cultural:

"—Eso me recuerda que hace poco mientras tomaba un café en Nueva York y discutíamos con mis amigos Ministros de Cultura acerca de la fútil pretensión de la libertad de conciencia como motor de la creación artística… digo, yo como Artista y Literato, se muy bien diferenciar un Kushhhhnik-Tör de una Mikñaag-Huk… jajaja, si me entienden ¿no? jajaja—.

—j o jo jo…por favor, quien no sabe eso. Me parece que es algo de lo que deberíamos preocuparnos en vez de seguir lamentando la perdida de autodeterminación. Es el tipo de cosas que hacen que no podamos parecernos al Primer Mundo o la Primera Dimensión—". Aunque ello era simplemente un signo del nuevo estado de ánimo de la intelectualidad (la que importa, claro… es decir, la que si se contempla en “El” presupuesto):

“Considerar que la mente humana debe fortificarse y evitar toda intromisión en cualquier nivel de la sique es una muestra de intolerancia interdimensional. Aquellos que defienden dicha posición, sin blandir argumentos diferentes al “libre albedrío” o la “libertad de conciencia”, y sin tomar en cuenta las ventajas administrativas que conllevan la flexibilización de dichas barreras mentales, sólo pueden ser acusados de extremistas e instigadores de la barbarie. Dichos atavismos intelectuales son los que bloquean el avance democrático que tiene que ser dirigido por nuestras instituciones, a las cuales respaldamos sin ninguna reserva. Nuestra posición es claramente la que ha de conseguir una victoria palpable en el marco histórico. Podemos decir sin temor a equivocarnos que nuestra inacción nos ha llevado a la victoria, hemos ganado sin siquiera movernos; argumentar otra cosa es sólo sembrar la duda y el radicalismo.”

Dicha carta de Intelectuales (así, con “I” mayúscula) iba acompañada de una fotocopia de la lista de la nómina bancaria del Ministerio de Cultura (evitando así, el engorroso tramite de hacer firmar a todos los manifestantes; pues como se sabe, la gente importante siempre está ocupada).

Y el pueblo aguantó cuando encapuchados con armas de alto calibre irrumpían a media noche, destrozando puertas y ventanas, para capturar a aquellas jóvenes síquicas y muchachos ensoñadores, que representaban un estorbo y un peligro para el hipoalergénico lienzo en blanco que necesitaban los interdimensionales para la reprogramación colectiva.

Pero cuando la bestia de cientos de ojos, opacó el cielo… la gente no aguantó más. Algo sucedió. Nadie sabe que fue a ciencia cierta. Algunos dicen que era un plan bien organizado por una célula de resistencia. Algunos que todo comenzó por una pedrada fuenteovejunesca. Lo cierto es que la paciencia se esfumó y que la senda fácil por la que los interdimencionales habían transitado hasta ese momento, se trunco definitivamente.

Y la rebelión comenzó. Primero como una revuelta mental arrojando pedradas síquicas. Por suerte, no todos los soñadores estaban extintos. Se reorganizaron y la revolución se expandió. Algunos argumentaron que no se podría ganar, que lo mejor era rendirse. Al final del día ellos también luchaban.

Lo demás es historia.

Al terminar todo, los ensoñadores casi se habian extinguido.

Por suerte algunos todavía recordaban como soñar. Fue su responsabilidad mostrar el camino al resto de la gente.

Ahí fue cuando la paciencia sirvió de verdad.


Dr. Malavibra

martes, 13 de enero de 2009

No nos salven…

“(…)Verdad por ninguna parte

¿Dónde están los padres? ¿Dónde están los artistas?

¿Por qué no salen a las calles para protegernos?

¡Nos están matando. Ayúdenos!

Los Niños.”

Fragmento del manifiesto repartido durante

el funeral de Alexis Grigoropulos.



Un joven que ronda los veinte, cuyo atuendo es más bien relajado (peinado sin raya en medio, playera negra con letras curiosas, tenis sucios), decide una noche cualquiera salir a divertirse con sus amigos (muy seguramente escucharán música a alto volumen, cantarán desafinados, bailarán chistoso, se carcajearán, e incluso puede que besen a alguna chica y beban alguna cerveza). En cierto momento de la velada tendrá la mala suerte de cruzarse con las fuerzas del orden. ¿Mala suerte? más bien pésima, pues la región donde ocurren los hechos es gobernada por un partido político de derecha: El muchacho será abatido por una bala destinada (en teoría) a protegerlo, el joven será ASESINADO POR LA POLICÍA.


A decir de sus azules verdugos, el muchacho (armado solamente con su peinado de pelos tiesos y sus tenis mugrosos) será ultimado por representar una potencial amenaza contra las fuerzas armadas del Estado; aunque claro, al ser cuestionados acerca de cómo unos tenis sin lavar puede poner en riesgo la integridad de un escuadrón de hombres armados con rifles de alto calibre, los uniformados no podrán más que articular incoherencias.


La sociedad se indigna. Más al saber que el joven fue arteramente baleado por la espalda, sin ninguna advertencia previa y es acusado (calumniado) postmortem de delitos como tráfico de armas y narcotráfico (sin ninguna prueba, claro).


A pesar de la similitudes, lo aquí narrado no sucedió en diciembre del año pasado, no sucedió en un barrio griego, y el apellido del muchacho no era Grigoropoulos.


El escenario es México; Ocotlán, Jalisco, para ser precisos. Los asesinos pertenecen a la policía municipal del lugar, que ahora puede ufanarse de haber inaugurado el contador de crímenes perpetrados por el gobierno mexicano contra sus propios ciudadanos, a pocos minutos de iniciado el 2009.


El nombre de la victima era Fernando López Alejandre, apodado por sus amigos como El Nako. Sus delitos son múltiples y terribles (en el imaginario de la derecha nacional representada por el Partido Acción Nacional), cada uno agravado por el anterior, aquí los enlistamos:


Tenía 21 años de edad.

Tuvo el pelo largo.

Tuvo el pelo corto (parado con gel).

Le gustaba demasiado la música chida (metalcore específicamente) tanto, que incluso tenía ¡una banda! (musical, no delictiva…) llamada “Arcadia Libre”.

Tocaba el bajo.

Cuando tocaba gustaba de moshear.

Por su gusto musical podríamos aventurar que en cuanto a religión era a lo menos un católico crítico (de los que no balan ame-e-e-én) si no es que agnóstico o ateo. Por ello también se puede deducir que:

No usaba corbata.

No usaba zapatos boleados.

No usaba bigote de burócrata o vendedor de biblias.

No vendía biblias.

No leía la biblia

Leía (a Lovecraft entre otros).

Por algunos videos en Youtube también podemos inferir que:

Le gustaba reírse.

Tenía amigos.

Quería a sus amigos.

Sus amigos lo querían.

Por lo anterior, el sentido común también infiere que:

Nunca brutalizó, torturó, ni ejecutó por la espalda a otro ser humano.

Nunca arrebató un hijo a unos padres.

Nunca sesgo la amistad de nadie.

(Todas estas son cosas de las que no puede presumir su verdugo, ni la corporación para la cual trabaja).


Plomeado por la espalda mientras manejaba a casa para celebrar el año nuevo.


Ultimado por una bala que salio del revolver del policía Rosendo Maldonado, alias El Flaco, quien trabajaba en la corporación policíaca dirigida por Filiberto Ortiz, El Pinto, agente al servicio del ahora alcalde de Ocotlán, Absalón García Ochoa, que a su vez fue fiel esbirro del Gobierno de Jalisco durante el mandato de Francisco Ramírez Acuña célebre por su brutalidad contra los manifestantes altermundistas en 2004 y más recientemente, por ser el arquitecto de la sangrienta represión contra maestros en Oaxaca en 2006 y 2007 cuando Secretario de Gobernación de Felipe Calderón que ahora encabeza la fútil y sangrienta “Guerra contra el narco”. Todos vástagos del Partido Acción Nacional. La cadena de mando se reconoce inmediatamente. Son los responsables materiales y morales. Es fácil detectar la firma, el estilo de gobernar. Todos manchados por la sangre. Todos gobernando con el Terror. Todos impunes.


Son ellos los que justifican la creciente armamentización y militarización del país como un “mal necesario” en la sangrienta e interminable cruzada para “salvar a nuestra juventud de ser envenenada por las drogas”. Comienzo a sospechar que quieren rescatarnos del veneno, sólo para no privarse del placer de volarnos la cabeza a tiros.


Dr. Malavibra